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En el natalicio de Bernardo O’Higgins, algunos pasajes desconocidos de su vida

Primeros días

En un día como hoy, el 20 de agosto de 1778, Bernardo O’Higgins nació en Chillán, en el sur de Chile, que por entonces formaba parte del Imperio Español. Como se sostiene el acta de su bautismo, en Talca.

(Certificado de Bautismo de Don Bernardo O’Higgins, archivo del Museo Regional de Rancagua)

“puse oleo, y chrisma, y bapticé sub conditione a un niño llamado Bernardo Higins, que nació en el Obispado de la Concepción el día veinte, de el mes de Agosto de mil setecientos, setenta, y ocho, años, hijo natural de el Mariscal de Campo General de este Reino de Chile, y Coronel de los Reales Ejércitos de Su Majestad don Ambrosio Higins, soltero, y de una señora principal de aquel Obispado, también soltera”

Bernardo era hijo natural de Ambrosio O’Higgins, alto oficial español de origen irlandés que llegó a ser gobernador de Chile y más tarde virrey del Perú; y su madre fue Isabel Riquelme Meza, una prominente dama de Chillán. Pasó su primera infancia con su familia materna y aunque tuvo un padre ausente, este tomó decisiones relativas a su formación que dejarían huella en su vida. El joven Bernardo usó su apellido materno hasta el fallecimiento del progenitor.

En 1782, por indicaciones del padre, fue llevado a Talca a casa de un acaudalado comerciante portugués, Juan Albano Pereira, donde fue bautizado y recibió los cuidados y cariño de su esposa, doña Bartolina de la Cruz.

En 1788 regresó a Chillán como interno del Colegio de Naturales, dirigido en esa época por la Orden Franciscana, quedando bajo la tutela del rector del colegio, padre Francisco Javier Ramírez, amigo de Ambrosio O’Higgins, quien a la sazón ya era gobernador de Chile.

En este establecimiento estudiaban también los hijos de los caciques mapuche de la zona, por lo que allí aprendió a hablar mapudungun. La familia Riquelme —sus abuelos, madre y media hermana— lo visitaba frecuentemente, por lo que nació una estrecha unión con ellas. Luego de su paso por el colegio de Naturales su padre ordenó su traslado al Colegio del Príncipe y luego al aristocrático colegio de San Carlos en Lima, en Perú. A los 12 años estaba en la capital del Virreinato del Perú, cursando los estudios secundarios

Posteriormente, en 1794 fue enviado a Cádiz, España, a casa de su tutor, Nicolás de la Cruz. A los pocos meses fue enviado a Inglaterra a la casa de los fabricantes de relojes Spencer y Perkins, donde perfeccionó sus estudios en una academia de Richmond.

En Londres, sus perspectivas políticas se ampliaron en gran medida por su contacto con varios activistas políticos, entre ellos Francisco Miranda, uno de los más destacados impulsores de la independencia latinoamericana, que ejerció una gran influencia sobre el joven Riquelme. Junto con varios otros futuros líderes revolucionarios, perteneció a una logia secreta, la Logia Lautarina, fundada en Londres por Miranda, cuyos miembros tenían como objetivo de vida la independencia de Latinoamérica.

En Inglaterra los fabricantes de relojes, Spencer y Perkins, recibían periódicamente las remesas de dinero que enviaba Ambrosio por intermedio de Nicolás de la Cruz y Bahamonde para el mantenimiento de su hijo.  Este dinero fue bastante recortado por estos mandatarios lo que significó una constante preocupación y fuente de disgustos para el joven Bernardo Riquelme.

En 1799, dejó Inglaterra rumbo a España, donde entró en contacto con clérigos latinoamericanos que también apoyaban la independencia y sin duda reforzaron sus ideas y su posición política era destacable dada la condición de que su padre era virrey del Perú, un de las altas autoridades de la corona española en América.

Desde Cádiz en abril de 1800 se embarca en la fragata «Confianza» para regresar a Chile, pero la embarcación es capturada por un buque inglés, debiendo regresar a su puerto de origen, después de muchas vicisitudes. En Cádiz permanece dos años más.

Al recibir la noticia de la muerte de su padre en Lima, el 18 de marzo de 1801, decide regresar a Chile, y comienza a usar el apellido O´Higgins. Llega a Valparaíso en septiembre de 1802 para tomar posesión de la hacienda San José de las Canteras, en los alrededores de la ciudad de Los Ángeles, desarrollándose en la vida de campo, la agricultura y la caballería.

Este interludio fue posiblemente el período más satisfactorio de su vida. La hacienda comenzó a prosperar casi de inmediato, y Bernardo pronto se hizo cargo de una casa en Chillán.

Además, se planteó llevar a cabo sus ideas revolucionarias, formando un regimiento. Fue elegido alcalde de Chillán, en 1806, y al enterarse que el 18 de septiembre de 1810 se había firmado la Primera Junta de Gobierno en el país y que su presidente era Mateo de Toro y Zambrano, de ya 83 años, decidió comenzar la lucha, ingresando al Ejército Patriota. En 1811, la Junta decidió formar el Congreso, abriendo las postulaciones para diputados, Bernardo se postuló y fue elegido para representar a Los Ángeles.

Los hechos de la dolorosa guerra por la Independencia Nacional son de sobra conocidos y el rol de O´Higgins en ellos es indiscutible.

Unas notas sobre la vida familiar y sentimental del prócer

A pesar de que los historiadores chilenos más clásicos consideraron que la vida privada de los personajes nacionales debía mantenerse alejada del escrutinio público, hoy sabemos algo más de la vida sentimental del Padre de la Patria.

La primera mujer importante en la vida del prócer fue su madre, María Isabel Riquelme de la Barrera y Meza. Joven, muy joven, que formaba parte de una acomodada familia de Chillán, conoció a Ambrosio O’Higgins, comandante de las tropas reales como teniente coronel de Dragones de la Frontera en la primavera de 1777, en la casa de su padre que era corregidor del Cabildo de la ciudad.

A pesar de diferencia de edad, mantuvieron una intensa relación sentimental fruto de la que nació en 1778 el único hijo de ambos, Bernardo. A pesar de que nunca se casaron, decisión que habría estado motivada por la ley indiana que prohibía el matrimonio entre funcionarios públicos y mujeres criollas el territorio de su jurisdicción, sin la autorización expresa de la corona, el padre nunca desatendió las necesidades de su vástago, reconoció a su hijo, se ocupó personalmente de elegir a los distintos tutores que velaron por la educación y la formación de Bernardo, en Talca, Chillán, Lima, Londres y Cádiz. El que Ambrosio O´Higgins llegara a altos puestos del gobierno colonial, jugó en contra de la posibilidad de que su “hijo natural” usara en propiedad el apellido irlandés por el que hoy lo conocemos.  Esto explica, en parte, el extendido prejuicio que usaron sus enemigos tildándolo como el “huacho Riquelme”.

El joven Bernardo Riquelme se ocupó de su madre y su familia materna durante toda su vida y, a pesar de que Isabel se casara más tarde con Félix Rodríguez y Rojas, y tuviera con él a Rosa Rodríguez y Riquelme, Bernardo siempre la consideró su hermana. Isabel, luego contrajo matrimonio con Manuel de Puga y Figueroa, con quien tuvo una hija, María de las Nieves de Puga y Riquelme.

Una vez que Bernardo volviera a Chile, se hiciera cargo de la herencia de su padre y comenzara a administrar la Hacienda de Las Canteras, llevó a vivir con él a su madre, a su media hermana Rosa y a su tío Manuel Riquelme. Otro evento que muestra la importante presencia de su familia es el capítulo en que ambas mujeres fueran hechas prisioneras de las tropas realistas al inicio de la guerra en la toma del Fuerte de Nacimiento. Su libertad se logró por medio de un intercambio de prisioneros.

A consecuencia del Desastre de Rancagua en 1814, Rosa e Isabel cruzan la cordillera, junto con las derrotadas tropas nacionales, rumbo a Mendoza para residir en Buenos Aires hasta después del triunfo patriota en Chacabuco y Maipú, ocasión en que vuelven a Santiago para residir en el palacio de los presidentes junto a Bernardo. En ese período Isabel Riquelme asume el rol de acompañante protocolar del Director Supremo.

Una vez que O´Higgins dimite en enero de 1823, ambas mujeres lo acompañan en su exilio peruano, en compañía del hijo de Bernardo, Pedro Demetrio, y algunas mujeres mapuche que trabajaban a su servicio. A la muerte de O´Higgins, Rosa Rodríguez Riquelme, fue albacea y tenedora de sus bienes.

Los amores del prócer

Dos mujeres marcan la vida sentimental de Bernardo: Carlota Eeles y Rosario Puga.

Carlota es la joven hija de Timothy Eels, el encargado de administrar la residencia y escuela católicas de Clarence House, en Richmond a las afueras de Londres, donde Bernardo Riquelme estuvo como interno mientras aprendía inglés, literatura francesa, dibujo, historia y geografía, música y el manejo de las armas.

Antes de cumplir los veinte años, Bernardo y Carlota, un par de años menor que el joven sudamericano, tuvieron un romance que dejaría profundas huellas en ambos jóvenes. La historia es apenas registrada en las páginas oficiales pero tiene repercusiones profundas cuando el prócer chileno analiza la posibilidad de vivir el exilio a que es forzado una vez que ha sido defenestrado del poder y que ha renunciado a sus cargos en Chile.

La opción de irse al viejo continente, especialmente al Reino Unido, revive en el derrotado militar un nostálgico recuerdo de esa especial relación con Carlota.

Es conocido que O´Higgins solicita a su viejo amigo John Thomond O’Brien, de misión en Londres, información sobre la familia Eeles en un intento de conocer las opciones de volver a su recordado Richmond. Las noticias no son buenas: Timothy Eeles ha fallecido. Lo más terrible viene enseguida, O´Brien le comunica a O´Higgins que

“Miss Charlotta Eeles también murió muy luego después que usted se fue del país; nunca se casó y su madre dice que su última petición fue que usted la recordara”

En una carta que la propia viuda de Timothy y acongojada madre de Carlota, le señala el prócer, que

“Ella rechazó todo ofrecimiento de matrimonio y retuvo hasta el último, un gran cariño hacia Ud.”

Con María del Rosario Melchora Puga y Vidaurre, mejor conocida como Rosario Puga, las cosas tuvieron otro sino. Rosario tenía 21 años cuando comenzó su idilio con O’Higgins que frisaba los 40. Era hija de hija del general Juan de Dios Puga Figueroa, terrateniente y gobernador de Concepción, destacado militar y político patriota, y de Isabel Vidaurre Ugalde y Concha. Entre 1817 y 1820 el romance iniciado en Concepción tuvo altibajos para terminar en una crisis severa.

Rosario estaba separada de hecho de su esposo, José María de Soto Aguilar, al cual acusaba de maltrato y crueldad, y había solicitado en un litigio a las autoridades religiosas y civiles su divorcio.  Como Rosario era una joven discordante al estilo femenino sumiso ante lo masculino predominante en aquellos tiempos de costumbres coloniales, el divorcio y la relación con Bernardo siempre estuvo bajo la atenta y crítica mirada de sus conciudadanos.

De la relación nació en Concepción, Pedro Demetrio, el único hijo del libertador en junio de 1818. Las desavenencias entre los padres terminar de modo violento al acusar O’Higgins a su amada Rosario de estar involucrada en los asesinatos de los hermanos Carrera y en el de Manuel Rodríguez. El conflicto escaló al punto de que Rosario Puga fue despojada de la tuición de su hijo Demetrio y no lo volvió a ver en su vida.

Unos años después, ya instalada en Santiago, Rosario Puga se casó con el coronel José Antonio Pérez-Cotapos, patriota chileno al servicio del general José Miguel Carrera y tuvo otros dos hijos: Federico y Catalina.

La casa donde vivió Rosario Puga y Vidaurre todavía se encuentra en pie y en proceso de restauración; en ese inmueble vivió María del Rosario Puga y Vidaurre entre 1818 y 1858 se ubica en la Casa de Santo Domingo 627, en la comuna de Santiago. Desde 1981 por decreto municipal es Patrimonio histórico.

Los últimos años

Luego de finalizada la guerra de la Independencia Nacional y producto de los conflictos políticos surgidos una vez establecida la paz, en los que fue perdiendo el apoyo que tuvo como héroe de esa guerra, apoyo que lo había encumbrado hasta el más alto cargo de la naciente república.

A comienzos de 1823, sus opositores, liderados por Ramón Freire, se organizaron para sacarlo del poder, porque consideraban ilegítimo que ejerciera los tres poderes del Estado, a saber el Legislativo, Judicial y Ejecutivo. Por esta situación, se llamó a un cabildo abierto, razón por la cual Bernardo O`Higgins decidió abdicar y autoexiliarse en Perú. Mientras Ramón Freire fue nombrado Director Supremo Provisional.

Al depuesto O´Higgins arribó a El Callao el 28 de julio de 1823. Como no disponía de otras entradas, subsistió con el producto del cultivo de las haciendas Montalván y Cuiba, que le fueron obsequiadas por el Perú.

Exiliado voluntariamente, aceptó el retorno a la Patria que le ofreció el presidente Manuel Bulnes Prieto y en los febriles preparativos agotó sus últimas energías. El 24 de octubre de 1842 el Libertador General Bernardo O’Higgins Riquelme falleció en su domicilio del Jirón de la Unión en Lima, a los 64 años de edad. El ex Director Supremo estaba rodeado de su familia más cercana, su hermana Rosa, su hijo Pedro Demetrio, y las mujeres mapuches que trabajaban para él y le habían acompañado desde su salida del país en 1823. La única que no estaba era su madre, Isabel Riquelme, que había fallecido en 1839.

Al conocerse en Chile la noticia de su muerte, el presidente Bulnes decretó ocho días de duelo y el decreto estaba encabezado por las sentidas palabras del mandatario:

“El Capitán Jeneral de la República Don Bernardo O’Higgins fallecido en la capital del Perú el 24 de octubre del próximo pasado. Ha dejado de existir el más antiguo caudillo de la Independencia, el que en cien combates señaló otros tantos días de glorias para la Patria, aquél cuyo nombre figurará siempre en las más brillantes páginas de la historia chilena”

El 11 de enero de 1869, Chile repatria los restos de su hijo ilustre, cuando las corbetas de guerra «O’Higgins», «Esmeralda» y «Chacabuco» recalan a Valparaíso, al mando del Vicealmirante Manuel Blanco Encalada, trayendo sus restos desde el puerto de El Callao, para ser sepultados en el Cementerio General.

En 1979 sus restos fueron trasladados al antiguo Altar de la Patria, y el 10 de marzo de 2006, las cenizas del Padre de la Patria fueron ubicadas, de forma definitiva, en la nueva cripta subterránea de la Plaza de la Ciudadanía.