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Especial Halloween: “Lecturas de miedo con sello chileno”

El género de terror y su desarrollo en Chile

Aunque nació lejos de nuestras tradiciones, Halloween o la llamada Noche de los Muertos, se ha ido instalando con fuerza en Chile, mezclando disfraces y calabazas con nuestras propias formas de recordar a quienes ya no están. Octubre trae misterio y nos invita a mirar el miedo desde nuestra propia historia: no solo castillos góticos y cementerios europeos, sino minas del norte, bosques del sur y leyendas locales. Hoy, esta celebración “trasplantada” convive con nuestras tradiciones y con un renovado interés por explorar lo inquietante a través de la literatura.

El género de terror, nacido de la literatura gótica del siglo XVIII, es uno de los favoritos por generaciones por su capacidad de provocar emociones intensas como el miedo, la angustia y la sorpresa. A lo largo del tiempo, ha evolucionado al mezclarse con otros géneros como el misterio, la ciencia ficción o el thriller psicológico, convirtiéndose en una herramienta para explorar las zonas más sombrías del ser humano.

En Chile, este género ha experimentado un notable desarrollo en las últimas décadas. Inspirados por autores universales como H. P. Lovecraft y Edgar Allan Poe, los escritores nacionales han sabido adaptar esas influencias a nuestra geografía, a nuestros mitos y e idiosincrasia. Desde el horror minero y social de Baldomero Lillo en Sub Terra, pasando por la atmósfera inquietante de José Donoso en El obsceno pájaro de la noche, hasta los terrores contemporáneos de Thomas Harris, Ricardo Fuentealba Rivera o Camila Valenzuela – por nombrar algunos-,  la literatura chilena ha construido un miedo con identidad propia, abarcando lo local, simbólico y humano.

Autores clásicos como Marta Brunet, María Luisa Bombal o Manuel Rojas también aportaron con relatos donde lo insólito y lo cotidiano se entrelazan, mientras nuevas generaciones reimaginan el miedo desde el presente, integrando lo histórico, lo cinematográfico y lo digital.

En Santiago Cultura te invitamos a descubrir cinco libros de terror chilenos —algunas reconocidas con el Premio Municipal de Literatura— que destacan por su originalidad, profundidad psicológica y capacidad de estremecer. Obras que confirman que el miedo también puede tener rostro chileno, y que leerlo, más que asustarnos, nos ayuda a comprender estos géneros literarios de terror y ficción.

*Puedes encontrar todos estos libros en la Biblioteca Municipal Nicómedes Guzmán, ubicada en Guardia Marina Ernesto Riquelme 226, Santiago (Metro Sanra Ana).

 

  1. “Chile zombi: El despertar de Cthulhu” de Martín Muñoz Kaiser. (Novela).

En Chile zombi: El despertar de Cthulhu, Martín Muñoz Kaiser fusiona dos universos literarios de gran poder: el mito de Cthulhu de H.P. Lovecraft y la tradicional figura del zombi, un ente que ha ganado popularidad en la cultura moderna. El autor crea una narración de terror que transcurre en un Chile postapocalíptico donde el despertar de los horrores “lovecraftianos” desencadena una serie de eventos que arrastran a la humanidad hacia la oscuridad.

La novela no solo se adentra en el ámbito del terror cósmico, sino que también pone de relieve las problemáticas sociales y políticas del Chile contemporáneo, haciendo que el contexto local sea crucial para la trama. La tensión crece a medida que los personajes enfrentan criaturas indescriptibles y una sociedad que colapsa bajo el peso de lo desconocido.

 

  1. “Baba Yaga” de Johanna Mora. (Terror infantil – Cuento Leyenda). – Premio Municipal de Literatura-

Baba Yaga es una historia que mezcla el terror y lo fantástico, enfocándose en un público infantil, pero con tintes oscuros que remiten a las leyendas eslavas sobre esta figura mítica. Johanna Mora utiliza la figura de Baba Yaga, una bruja temible del folklore, para adentrarse en un cuento que va más allá del miedo superficial, explorando temas como la valentía, la superación personal y la confrontación con los miedos más profundos.

Aunque es una historia dirigida a niños, el relato tiene un toque macabro que mantiene la esencia del terror, pero adaptado para que los jóvenes lectores puedan comprender la naturaleza del miedo sin ser abrumados por la crudeza de otros relatos más oscuros. Es una excelente muestra de cómo el terror puede tener múltiples facetas dependiendo del público al que se dirige.

 

  1. “De bosque y cenizas” de Camila Valenzuela. (Novela). Premio Municipal de Literatura-

En De bosque y cenizas, Camila Valenzuela crea un ambiente opresivo y desolado en el que el terror se desarrolla de manera lenta pero inquebrantable. La novela se sitúa en un paisaje rural chileno, donde los mitos locales y las leyendas del campo cobran vida, transformándose en una fuerza que persigue a los protagonistas. Valenzuela explora las profundidades del alma humana, donde el miedo no solo se deriva de lo sobrenatural, sino también de las tensiones sociales y la historia reciente del país.

La atmósfera de la obra está impregnada de la esencia del paisaje chileno, entre bosques y montañas, lo que otorga una sensación de aislamiento y vulnerabilidad. Este es un claro ejemplo de cómo el terror rural puede jugar con el escenario como un personaje más, cuyas características influyen profundamente en los eventos que ocurren.

 

  1. “Sueños sin párpados” de Thomas Harris Espinosa. (Cuentos).

Thomas Harris, conocido por su creación de personajes icónicos como Hannibal Lecter, nos ofrece una serie de relatos cortos en Sueños sin párpados. A través de estos cuentos, Harris explora los rincones más oscuros de la mente humana, abordando temas como la obsesión, el deseo y la crueldad, todo dentro de un contexto inquietante que desafía nuestra comprensión de la realidad. Los relatos se deslizan entre lo psicológico y lo grotesco, creando una atmósfera de tensión que no permite al lector sentirse cómodo.

Cada cuento es una inmersión en un mundo donde lo que parece ser normal rápidamente se convierte en un terreno peligroso y distorsionado. Aunque los relatos no están necesariamente ligados entre sí, comparten un tono sombrío y una mirada penetrante hacia la naturaleza humana, algo que convierte a Sueños sin párpados en una obra indispensable para los amantes del terror psicológico.

 

  1. “Cuervo” de Ricardo Fuentealba Rivera. (Novela gráfica).  Premio Municipal de Literatura-

Cuervo, Ricardo Fuentealba Rivera reinterpreta el célebre poema “El cuervo” de Edgar Allan Poe y lo traslada a un territorio profundamente chileno, cargado de memoria, duelo y simbolismo. A través de una propuesta visual y poética, el autor construye una obra que oscila entre el homenaje literario y la reflexión sobre la pérdida y el trauma histórico.

La novela gráfica nos sitúa ante un protagonista perseguido por la figura enigmática del cuervo, ave que encarna la culpa, la ausencia y los fantasmas del pasado. En este relato fragmentado y atemporal, la desaparición de la amada Leonora se funde con los ecos de la violencia política y las heridas aún abiertas del Chile de 1973. Fuentealba convierte al cuervo en un símbolo que sobrevuela tanto la intimidad del dolor personal como la tragedia colectiva de un país.

Cuervo no es solo una adaptación del poema de Poe, sino una reinterpretación latinoamericana del mito, en la que la poesía se mezcla con la memoria histórica. Fuentealba logra transformar el terror gótico en una meditación sobre la pérdida, la identidad y la persistencia de la sombra. El resultado es una obra intensa, simbólica y profundamente emotiva que consolida a su autor como una de las voces más originales de la novela gráfica chilena contemporánea.