Germán Marín (1934 – 2019)

  • El último domingo de diciembre murió en el Hospital del Salvador en Santiago, el escritor y editor chileno Germán Marín, a los 85 años y luego de una larga enfermedad.
  • Durante su carrera dos de sus obras recibieron el Premio Municipal de Literatura: “Conversaciones para solitarios” y “La segunda mano»

Marín ha sido considerado un autor imprescindible en la literatura nacional del último medio siglo, aunque él mismo sostuviera que solo fue el “autor de algunos libros prescindibles”. Su obra es un gigantesco esfuerzo por rescatar la memoria, la autobiografía y la historia, y es apreciada por la crítica como una de las más logradas, sugerentes e interesantes de la narrativa chilena de fin de siglo y comienzos del actual.

Germán Marín, que había nacido en Santiago de Chile en 1934, hijo de padre chileno y madre argentina, vivió en su adolescencia entre Santiago y Buenos Aires, estudió en el colegio San Ignacio, pasó por la Escuela Militar, para terminar su educación secundaria en el Internado Nacional Barros Arana. Llegó a Buenos Aires con intenciones de embarcarse a Europa pero se quedó anclado en la capital argentina donde, luego de varios trabajos menores, ingresó a la Universidad de Buenos Aires a estudiar Filosofía y Letras. Ahí tuvo como profesor de Literatura Inglesa a Jorge Luis Borges y ha señalado que descubrió la literatura de verdad.

Licenciado en Ciencias de la Comunicación volvió a Chile y se involucró en la escena cultural de los años 60, conociendo a Pablo Neruda y otros escritores nacionales. El gobierno chino lo invitó a trabajar en una editorial en Beijing donde estuvo casi dos años. A su retorno, junto con Enrique Lihn fundó la ahora mítica revista y editorial Cormorán, donde editó cuatro números de la revista y una decena de libros de poesía. Luego trabajó en el proyecto editorial de Quimantú y publicó su primera novela “Fuegos artificiales”, que recibió una muy buena acogida por parte de la crítica. En ese período se instaló con su esposa Juana Robles Suárez en su propia librería, Letras, en el centro de Santiago.

El golpe de Estado de 1973 impidió que su obra fuera conocida y fue sacada de circulación. Por su vinculación con proyectos de la Unidad Popular y el escozor que suscitó su libro, Germán Marín partió al exilio en México a fines de ese año. En México trabajó con Arnaldo Orfila en Siglo XXI Editores, colaboró con el periódico Excélsior y otros proyectos editoriales. Entre las anécdotas de ese período también trabajó con Gabriel García Márquez como escritor fantasma de prólogos y otros textos que Marín escribía y que firmaba el Nobel colombiano. Durante su estadía en México conoció y compartió con Juan Rulfo.

De México partió a Barcelona donde estuvo radicado casi 18 años trabajando como editor en Labor. A través de García Márquez conoció y recibió el apoyo de Carmen Balcells, la agente literaria del colombiano y de muchos otros escritores de fama mundial como Mario Vargas Llosa, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, José Donoso, Alfredo Bryce Echenique, Camilo José Cela, Eduardo Mendoza o Isabel Allende.

Germán Marín, trabajando como editor dejó de escribir por más de 10 años, hasta que finiquitó su trabajo de editor en España, retomó su escritura y no dejó de publicar. De vuelta en Chile a principios de los años noventa, específicamente en 1994, volvió a publicar un libro de su propia autoría. Y no es un libro menor, se trata de “Círculo vicioso”, la primera parte de una trilogía autobiográfica de casi dos mil páginas «Historia de una absolución familiar» que se compone del señalado título y de “Las cien águilas” y “La ola muerta”.

Durante los últimos 25 años de su vida, además de trabajar como editor en Random House Mondadori de Chile, y acrecentar su fama de “hombre fuerte” de la literatura nacional, hacerse de varias enemistades con autores chilenos, escribir en algunos periódicos, criticar ásperamente a Volodia Teitelboim, Andrés Velasco, José Luis Rosasco e Isabel Allende, así como a buena parte de los escritores vinculados a la llamada Nueva Narrativa Chilena, se dio el tiempo de publicar 23 libros.

Los más conocidos son sin duda los que forman parte de su “Historia de una absolución familiar”; así como “Conversaciones para solitarios” conjunto de 17 relatos con los que ganó el Premio Municipal de Literatura en el género Cuento en el año 2000; “El circo en llamas”, una notable edición prologada y anotada de la obra crítica que estaba dispersa de su entrañable amigo Enrique Lihn. Su volumen de cuentos “Basuras de Shangai”  que fue distinguido con el Premio Atenea 2008, entregado por la revista homónima de la Universidad de Concepción. En el género Novela, con “La segunda mano” también ganó el Premio Municipal de Literatura en 2010.

Hace unas semanas atrás, su libro “La ola muerta”, el tercer tomo de su trilogía autobiográfica, fue elegido entre los mejores libros del siglo XXI chileno en una encuesta entre críticos y periodistas realizada por el diario La Tercera. Hace pocos meses la Universidad Diego Portales lo nombró Profesor honorario por “su invaluable aporte a la literatura iberoamericana.”

Reconocimientos todos justos y tardíos, como suele sucederles a los escritores chilenos que no aparecen en las listas de los “más vendidos” pero que han dejado una huella profunda en nuestras letras.