Efraín Barquero, el último poeta de la Generación del 50´

El poeta y Premio Nacional de Literatura 2008, recibió en dos oportunidades el Premio Municipal de Literatura de Santiago.

Barquero falleció en los últimos días de junio, a los 89 años, en su departamento en Providencia, donde vivía solo con una cuidadora desde que su mujer y compañera de toda la vida, Elena Cisternas Franulic muriera en 2016. Había nacido como Sergio Efraín Barahona Jofré en Piedra Blanca, Teno, en la región del Maule en mayo de 1931, y pasó la infancia en el ambiente campesino de su pueblo natal y en el litoral cercano a Constitución, donde comenzó los estudios secundarios que terminaría en Talca.

Luego cursó sus estudios superiores en la Universidad de Chile, en la Escuela de Derecho y especialmente en el Instituto Pedagógico, donde se tituló de profesor de Castellano.  Su poesía, de gran simbolismo, está representada por elementos vinculados a la vida rural, como el pan, la mesa y la tierra, así como a su compromiso ciudadano y político. Contemporáneo de Miguel Arteche, Enrique Lihn, Jorge Teillier y Armando Uribe, Barquero es considerado uno de los poetas secretos de la Generación del 50.

Neruda y China.

Como sostiene el portal Memoria Chilena, Barquero fue “considerado en sus inicios como el natural continuador de la línea de desarrollo poético abierta por Pablo Neruda, su primer libro, La piedra del pueblo (1954), que fue incluso prologado por el Premio Nobel, además de ser calurosamente recibido por la crítica por su temática y por el surgimiento de una voz definida y bien calibrada dentro del panorama literario”.

En el mencionado prólogo, Neruda sostiene que se trata de un “poeta de clase popular, campestre y campesino, [que] pone su devoción en los oficios, en las luchas, en los desamparos del pueblo con la naturalidad y el orgullo de su origen”. Su relación con Pablo Neruda llegaría a ser estrecha, ya que trabajó en la revista que dirigía el vate, “La Gaceta de Chile” como secretario de redacción, y Neruda se convertiría en el padrino de su matrimonio con Elena Cisternas. Con el tiempo, sin embargo, Barquero tomaría otros rumbos que lo alejarían de la “sombra nerudiana” y le permitirían abrirse su propio camino. En 1962, y con motivo de una invitación del pintor José Venturelli, se trasladaría a China, con su familia, donde hizo clases de español.

Respecto de este giro de su obra y el influjo de estadía en el gigante de Oriente, el periodista y editor de Ediciones Lastarria, Pedro Pablo Guerrero, que el año pasado reeditó, por primera vez, junto a Pablo Farba de Editorial Nascimento, el libro El viento de los reinos, publicado originalmente en 1967, sostiene: “Sin desmerecer sus otros libros, que me encantan, creo que con este logra una universalidad que no había alcanzado antes, entrar en contacto con territorios extraños, con una cultura tan distinta en uno de los periodos más importantes de China, con Mao a la cabeza, todo eso la convirtió en una obra única”.

La poesía lárica

Sobre el estilo lírico del poeta, el editor Felipe Reyes sostuvo «Barquero retoma el camino trazado por Neruda a partir de “Residencia en la tierra” y la influencia de Saint-John Perse; su vínculo con la tierra y la experiencia del exilio cruzan su obra lamentablemente casi desconocida para los lectores más jóvenes. Después de Neruda la poesía de Barquero anticipa el larismo desarrollado posteriormente por Teillier».

Al respecto, el estudioso y poeta Naín Nómez sostiene que “al igual que Teillier, Barquero fue una especie de exponente de la poesía lárica, se dedicó a trabajar el origen y el hogar, pero desde un lugar mítico. La diferencia es que si para Teillier el origen del mito humano era un paraíso perdido, imposible de recobrar, en Barquero había una posibilidad de reencontrarlo en la vuelta a la naturaleza, era allí donde él buscó las conexiones más profundas del ser humano y donde emerge la solidaridad de nuestra especie”.

El poeta Jaime Quezada recuerda a Barquero como un hombre solitario, que sin embargo caló hondo en la generación de jóvenes escritores de los 70. El director de la Fundación Gabriela Mistral afirma: “Yo fui un lector muy admirativo de su obra, toda la generación del 50 era referente para nosotros, era paradigmática. Él tenía un tipo de escritura muy original, que rescata lo más originario de la tierra, de la oralidad, de lo chileno, y al mismo tiempo su obra tiene esa limpieza, una mirada luminosa de las cosas, de los objetos. Es muy notable cómo lo cotidiano se cuela en su escritura, la ritualidad y las materialidades de las cosas están muy presentes y uno admira ese amor por el lenguaje y el interés de hacerlo más sencillo, cotidiano y cercano al lector”.

“La tierra, la mujer, el niño, el abuelo, la vida natural de la gente de Chile, en especial la gente campesina, quizá la gente de todo el mundo, aparecen en sus versos con el sentido de quien realmente ha sido penetrado en toda su ternura y su sensibilidad”, afirmó Manuel Rojas sobre el poeta, en su Historia breve de la literatura chilena.

El destierro y el olvido

En 1971, Efraín Barquero es nombrado como agregado cultural del gobierno de la Unidad Popular, encabezada por el presidente Salvador Allende, en la embajada de Chile en Colombia. Esa fecha señala el comienzo de su destierro.

Barquero afirma que «en 1973, fui expulsado de Colombia por mis declaraciones de demócrata en contra del golpe de Estado. La Junta de Gobierno entonces protestó y me vi obligado a salir del país. Entonces empiezo a vagar un poco por todas partes. Era algo muy problemático ir de un lado a otro con mi familia a cuestas. Primero me fui a México donde no me dieron el exilio por haber sido expulsado de Colombia. Aproveché entonces de viajar a Cuba como jurado del premio «Casa de las Américas». Estuve un tiempo ahí y de allí partí al exilio a Francia».

Los reconocimientos

En un primer regreso del exilio, la obra “La mesa de la tierra” obtuvo el Premio Municipal de Literatura en el género Poesía de 1999. Al respecto, el crítico Camilo Marks señaló que la obra «puede y debe leerse en varios niveles y puede especialmente leerse en voz alta, lo que no sucede con la poesía actual. Se trata de un libro que vuelve a situar a Efraín Barquero como un creador clave de la lírica chilena contemporánea». Varios años antes, en 1957, Efraín Barquero había sido galardonado con el Premio Municipal por su obra “La compañera”.

En el año 2008, Barquero recibió el Premio Nacional de Literatura, otorgado por un jurado compuesto por José Miguel Varas, como último galardonado; Víctor Pérez, rector de la Universidad de Chile; Misael Camus, rector de la U. Católica del Norte, y Andrés Gallardo, de la Academia Chilena de la Lengua. La prensa de la época sostiene que la elección de Barquero fue una decisión fácil, que no requirió de mayores votaciones, sino que fue una decisión acordada de forma unánime.

Barquero, que se impuso a otros dieciséis candidatos al galardón, fue calificado por los jueces como «un poeta inconfundible, campesino y universal» atribuyendo el otorgamiento del Premio Nacional de Literatura a «la calidad y la envergadura de su obra y a ser uno de los poetas chilenos vivos de mayor significación literaria». Por su parte, la entonces Ministra de Educación destacó del poeta «la hondura, calidez, calidad y coherencia de una poesía afincada en los sentimientos más profundos del ser humano» y que «refleja el sentir y la identidad chilena y latinoamericana».

El novelista y Premio Nacional de Literatura 2006, José Miguel Varas, dijo, con motivo del Premio Nacional: “Su poesía conmueve por su autenticidad, hondura y sencillez, lo que significa hacernos vibrar, y transmite una experiencia vital, la suya, con un lenguaje cristalino”. Según Varas la obra de Barquero «profundiza una tradición muy importante de la poesía nacional, es un autor muy chileno que ha tenido gran reconocimiento internacional. Su obra transmite una experiencia vital que es muy cálida, a través de un lenguaje depurado que no es de ninguna manera arcaico y que deriva de la mejor tradición de nuestra poesía»

A pesar de este reconocimiento Barquero se sentía decepcionado del Chile actual, lo que lo llevó a afirmar que “noto que mi mundo desapareció”, y amarrado ya por costumbre al exilio, regresó a Francia al poco tiempo de intentar radicarse en Chile. Vivió alternativamente entre Chile y Francia, donde permanecen dos de sus hijos, una tercera hija vive en Estados Unidos. Había regresado definitivamente a su país en 2014.

Ante su fallecimiento, la actual ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio lamentó la partida de Barquero, señalando que fue “un autor que transformó las cosas simples de la vida en poesía. El Premio Nacional de Literatura fue un reconocimiento a ese talento y sensibilidad social. Valoramos su gran legado y enviamos condolencias a su familia”.

La Biblioteca Nicomedes Guzmán invita a leer “La compañera, poemas de amor”, que se puede descargar desde el sitio de Memoria Chilena: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-8696.html

También a visitar el sitio web dedicado a la obra del poeta, con fragmentos de su trabajo, varias fotografías y una entrevista del programa de televisión “La belleza de pensar”: http://www.efrainbarquero.net/

Y revisar la entrevista a Efraín Barquero – Off The Record. En 1999 el poeta Efraín Barquero recibe en Santiago el Premio Municipal de Literatura por “La mesa de la tierra” y es el pretexto para una conversación de casi una hora con el periodista Fernando Villagrán en el programa Off The Record: https://www.arcoiris.tv/scheda/es/277/