Raúl Zurita recibe el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

En una ceremonia que tuvo lugar en el Palacio Real de Madrid, el poeta chileno Raúl Zurita Canessa fue galardonado con el XXIX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana entregado por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca. El premio, que busca reconocer la difícil y sublime escritura que es la poesía, ha alcanzado gran dimensión internacional y es considerado como uno de los más importantes del mundo.

El galardón que entrega Patrimonio Nacional, el organismo público que se ocupa del cuidado y mantención de los bienes culturales históricamente vinculados a España, y la Universidad de Salamanca, “reconoce el conjunto de la obra de un autor vivo que por su valor literario constituya una aportación relevante al patrimonio cultural compartido por la comunidad iberoamericana”. Además de un importante monto en dinero, al premio se añade la edición de un poemario antológico del galardonado, con estudios y notas a cargo de un destacado profesor de literatura de la Universidad de Salamanca, y algunas jornadas académicas sobre el poeta premiado.

El escritor Raúl Zurita (Santiago, 1950) se convirtió así en el tercer poeta chileno en ser distinguido con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. El primero fue, en 1992, Gonzalo Rojas, autor con el que debutó el reconocimiento hace casi 30 años. Después fue Nicanor Parra el reconocido en 2001. Tras de España, Chile es el segundo país del ámbito iberoamericano con mayor número de premiados.  El poeta ha señalado, al enterarse del galardón, que “lo tomo como un reconocimiento al caudal enorme de la poesía chilena. Uno es apenas una gota más de un río muy grande que lo antecede”.

María de los Llanos Castellanos, presidenta de la institución pública Patrimonio Nacional, ha dicho que «El premio reconoce su obra, a su ejemplo poético de sobreponerse al dolor, con versos con palabras comprometidas con la vida, con la libertad y con la naturaleza», subrayando que la decisión del jurado, compuesto por 21 académicos y escritores de renombre mundial, se ha tomado de manera telemática a causa de la pandemia. Castellanos dijo esperar que la extensa obra poética de Zurita, de 70 años, pueda servir de “ejemplo de cómo sobreponernos a tanto dolor y tanto pesar”.

Apenas una gota en el caudal de la poesía chilena

“La poesía chilena no ha temido ni a lo grande ni a lo pequeño. Ni a lo femenino ni a lo masculino. Ha sido capaz de abarcar toda la existencia, con sus múltiples matices. Toda la finura, el horror y la grandeza de la experiencia humana está dentro de la poesía chilena”, ha indicado Zurita en declaraciones a la prensa, antes de enumerar una lista interminable de poetas que forman ese caudal del que se siente parte: Pablo de Rokha, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Enrique Lihn, Gonzalo Rojas, Jorge Teillier, Elicura Chihuailaf, recién galardonado con el Premio Nacional de Litearura; Carmen Berenguer, Rosabetty Muñoz, Elvira Hernández, Rafael Rubio, Héctor Hernández Montecinos… «Ese gran caudal que se nutre donde uno va navegando, tomando de la mano de todos los compañeros», dijo el poeta mientras comenta que «estaba haciendo una clase online cuando me llamaron» para comunicarle el premio.

Autor de obras radicales como Purgatorio, Anteparaíso, Canto a su amor desaparecido o La vida nueva, considera que “la poesía chilena ha asumido riesgos, sin temor”, y se ha caracterizado siempre por su defensa de la radicalidad y la pasión como elementos centrales de la poesía, ha demostrado en su propia biografía que el arte, para él, tiene una vocación extrema.

Según los críticos, Zurita ha construido una poesía para la vida y a partir de la vida, una poesía que se resiste a ser confinada a una página escrita, impugnando la versión tradicional de lo poético, extendiendo el arte hacia otras zonas como el espacio público, el paisaje y hasta el propio cuerpo. Es ahí donde hay que situar sus “acciones de arte”, las desesperadas acciones de vida, las performances, que caracterizan su trabajo en momentos críticos de su propia vida y de la historia nacional. Como poeta de la resistencia habló siempre desde una real incomodidad humana, política y vital.

La obra de Zurita reafirma la idea de un proyecto de vida y obra colectivos “Construir un cielo en la tierra, cómo salvar gentes: en eso consiste todo, el cielo, la tierra, las palabras”.

En su obra más ambiciosa, Zurita (2011), de casi 800 páginas, aborda el desgarro que supuso el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, día en que fue detenido por una patrulla militar en Valparaíso, que lo condujo primero al Estadio de Playa Ancha y luego a las bodegas del carguero “Maipo”, junto a 800 personas, en un espacio con capacidad para unas 50 personas, en donde fue torturado. Al respecto, ha declarado que sin ese acontecimiento que marcó la historia reciente del país y su propia biografía, “no habría escrito una línea”. A finales de los setenta participó en el Colectivo Acciones de Arte (CADA) junto a Fernando Balcells, Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Diamela Eltit, quienes basaban su postura artística en el uso de la ciudad como un espacio de creación, buscando intervenir el espacio urbano de Santiago de Chile con imágenes que cuestionaran las condiciones de vida de un país en dictadura.

“Hay que ser capaz de tocar las zonas más oscuras”

En esos años Zurita realizó variadas acciones utilizando su cuerpo como medio de expresión: en 1979 quemó su cara con un hierro caliente, en 1980 atentó contra sus ojos, para cegarse, arrojándose amoníaco sobre ellos. Resultó con quemaduras en los párpados, parte del rostro y sólo lesiones menores en las córneas. Con estas acciones de vida, el poeta “quería expresar la impotencia frente a la realidad y la necesidad de decir sin palabras”.

En 1982, su obra creativa da un nuevo salto con el poema La vida nueva, escrito en los cielos de Nueva York, mediante aviones que trazaban las letras con humo blanco y las cuales se recortaban contra el azul del cielo. Esta creación estaba compuesta por quince frases de 7-9 kilómetros de largo cada una, en español. El trabajo fue registrado en vídeo por el artista Juan Downey, y en 2012, el compositor Javier Farías presentó en Nueva York, la pieza coral Cantos de vida nueva, basada en ese poema de Zurita. Esta hazaña aérea la venía ideando hacía más de ocho años, cuando marcado por los acontecimientos del Golpe Militar en Chile, sintió la necesidad de realizar una acción que demostrara la magnitud del quiebre histórico en que vivía.

En 1993, dieciocho años después de concebir la idea, dejaría estampada en el desierto de Atacama la frase «Ni pena ni miedo», que ocupa 3.140 metros de largo y sólo puede leerse desde el cielo. El trabajo de esta escritura material es enorme y fue realizado con retroexcavadoras ya que cada letra del verso tiene 250 metros de alto y el trazo alcanza los 40 metros. Con estas iniciativas intenta sobrepasar el concepto tradicional de literatura, acercándose al de arte total. Sobre esta intervención sobre el paisaje, Zurita ha dicho “En un mundo donde lo más presente es la pena y el miedo, esa frase creo, es el único deseo vigente. En todo caso es increíble, el desierto donde está escrita se encargó de borrar todas las palabras salvo la palabra miedo. Es para mí demasiado elocuente”

Afirma el poeta que «crear en tu mente es fácil. Lo difícil es poner tus ideas en el mundo. Por eso creo que el arte es una opción radical, absoluta, vital. No sobrevive en la mediocridad, porque su sentido es superarla, destruirla. Y para eso debes superarte a ti mismo».

Entre 1979 y 1993 Zurita escribe la trilogía Purgatorio (1979), Anteparaíso (1982) y La vida nueva (1994), en la que recorre los más variados paisajes desde desiertos, playas, cordilleras, pastizales y ríos. Estas obras están consideradas entre las más importantes de su producción.

El presente de su trabajo y preocupaciones

Respecto de sus actuales preocupaciones, en declaraciones a la televisión pública, ha dicho «He entregado 50 años de mi vida a la poesía, lo entregado todo-todo-todo sin dejarme una puerta abierta por si las cosas no salían bien, sin dejarme una puerta de salida».

«Yo estoy aterrado por el 2020. Estoy aterrado no tanto por mí, porque yo finalmente puedo estar acá encerrado con mi mujer, a la que adoro (…) Un espanto de ver algo: cómo ha emergido esa pobreza tremenda», comentó en referencia a 2020 añadiendo que «los que están bien, están bien: felices los felices», pero que «lo que ha demostrado esta pandemia es que los que están mal es que están demasiado mal».

La ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio en Chile reaccionó a la noticia, felicitando al poeta por el galardón, escribiendo en las redes sociales: «Felicitaciones a Raúl Zurita por este importante reconocimiento internacional, que se suma al Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, entregado por nuestro ministerio. Chile es un país de poetas, mujeres y hombres que como Raúl han llevado la palabra a lo más alto».

El Reina Sofía se suma a los variados reconocimientos que ha recibido Zurita, entre los que se cuentan el Premio Municipal de Literatura de Santiago por su obra La vida nueva en 1995, el Premio Nacional de Literatura de Chile en el 2000, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2016, el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso en 2017.  Varios de sus libros y algunas selecciones de sus poemas han sido traducidos al inglés, alemán, francés, árabe, bengalí, chino, italiano, noruego, neerlandés, ruso, hindi, esloveno y griego, entre otras lenguas.

Raúl Zurita ha sido profesor visitante en las universidades Tufts, California y Harvard, y actualmente es Profesor Emérito por la Universidad Diego Portales, Doctor honoris causa por la Universidad de La Frontera, por la Universidad Técnica Federico Santa María y por la Universidad de Alicante, España. Durante el año 2019 fue postulado por académicos de distintos países del mundo al Premio Nobel de Literatura.