23 de enero, un mal día para los poetas en Chile

Hoy se anunció la muerte de Armando Uribe, abogado, diplomático, poeta, ensayista, profesor universitario y Premio Nacional de Literatura 2004. Hoy 23 de enero, el mismo día en que se conmemoran la muerte de Pedro Lemebel en 2015 y de Nicanor Parra en 2018. En común tienen los tres el haber ganado el Premio Municipal de Literatura de Santiago.

Armando Uribe Arce murió a los 86 años y deja tras de sí un legado de gran valor y variados registros: poesía, ensayo, denuncias y polémicas, cartas abiertas y públicas, memorias, pero siempre volvió a la poesía. Su primera publicación es un libro de poemas, “Transeúnte pálido”, prologado por Roque Esteban Scarpa que apareció en 1954 a sus 21 años, a la que le sigue “El engañoso laúd” también en poesía de 1956.

Estudió Derecho en la Universidad de Chile y se especializó en Derecho Penal y Criminología en la Universidad de Roma. Como académico hizo clases en muy distintas universidades como la Universidad de Chile, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Michigan State University, en la Università degli Studi di Sassari, en Cerdeña, y finalmente en Universidad de París I, donde se jubiló.

Como abogado realizó funciones diplomáticas y fue ministro consejero del Ministerio de Relaciones Exteriores en 1967, encabezando la delegación a la Asamblea Extraordinaria de Naciones Unidas en la que se aprobó el Tratado de No Proliferación Nuclear, tema en el que se había especializado.​ Trabajó en la embajada chilena en Estados Unidos entre 1968 y 1970, y durante el gobierno de la Unidad Popular, el presidente Salvador Allende lo nombró embajador en República Popular China, siendo el primer diplomático chileno en ocupar el cargo. Después del golpe militar de 1973, Uribe rechazó el gobierno de Augusto Pinochet y fue destituido, exiliándose con su familia en Francia. Recién en 1990 regresa a Chile, y disminuyendo su actividad social de manera notoria, llegando a ser mínima en los últimos años en que vivió encerrado, de duelo según sus palabras, en su departamento frente al Parque Forestal en Santiago.

Con el retorno de la democracia en el país y su regreso del exilio, Uribe retoma a la publicación de poesía, ya que había prometido no volver a publicar mientras Pinochet se mantuviera en el poder, y se transforma en un feroz crítico del nuevo régimen democrático.

Pero será su ímpetu polémico, de intelectual público, irascible y radical en sus opiniones, lo que marcará su escritura y especialmente su crítica a la clase política a la que llama sin remordimientos el “lumpen de cuello y corbata”. Escribe y publica una “Carta abierta a Patricio Aylwin”, en que critica y rechaza la política de consensos de la Concertación y la idea de “justicia en la medida de lo posible” del mandatario. Luego haría lo suyo con Pinochet en “El accidente Pinochet” una vez que el militar estuviera detenido en Londres, y ya lo había hecho con Agustín Edwards en “Carta abierta a Agustín Edwards”.

Su cólera contra la mediocridad y el rol de las élites lo hará afirmar frases para una antología nacional de la mordacidad:  “El señor Lagos no mostró esta capacidad para nombrar ministros, subsecretarios, directores de servicio, etcétera. Tampoco lo demostró Frei R-T y menos el señor Aylwin. En cambio, Pinochet tenía bastante ‘conocimiento de hombres’. Es una desgracia, pero creo que así ocurrió”.

Su obra literaria y poética comenzó a ser reconocida en 1990 al recibir el Premio Municipal de Literatura por su libro “Por ser vos quien sois“, ocasión en que compartió el premio con el joven poeta mapuche Leonel Lienlaf. En 1993 se incorporó como miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua y en 1998 lanzó su obra «Odio lo que odio, rabio como rabio». Ganó en 2002 dos premios Altazor en Ensayo y Poesía, por «A peor vida» y «El fantasma de la sinrazón y el secreto de la poesía».

Como participante de la generación del 50 de nuestra literatura, se destacó junto a Enrique Lihn, Miguel Arteche y Jorge Teillier, cultivando la imagen de un animal terrible. Tanto es así que Roque Esteban Scarpa, su profesor secundario y director de la academia literaria El Joven Laurel del Colegio Saint George, lo había bautizado “la bestia apocalíptica”.

En 2004 recibió el Premio Nacional de Literatura, noticia que lo sorprendió leyendo sobre el fin del mundo. Al ser consultado por la prensa si se sentía merecedor del premio, Armando Uribe señaló: «No, cómo se le ocurre. Por falsa modestia debo decir que no soy merecedor; de ninguna manera. Falsa modestia«.

En Memoria Chilena se sostiene que “Armando Uribe utilizó en su obra el sarcasmo como arma de ataque y defensa en un mundo que se le hacía ajeno e incomprensible. Hombre de principios firmes, la trayectoria de Uribe Arce resultó impecable en prácticamente todos los ámbitos en que se desempeñó, desde la docencia a la poesía, de la diplomacia hasta la jurisprudencia.”

En la introducción de “Odio lo que odio, rabio como rabio”, el mismo autor se encarga de presentar el poemario diciendo: «Este libro es como si fuera póstumo. Es como si. Que en paz no descansemos. Son trozos de un espejo quebrado en más de mil partes. Quedaron unos ciento cincuenta hechas pedazos irregularísimos y montones de polvo cortante de vidrio molido. Demolición de un humano. (…) El libro dice No más y nada y nadie. Basta ya. La muerte gesticula. La poesía se arranca los cabellos a puñadas. La rabia levanta al cielo su garrote. El odio se come las uñas de raíz. El vino atora y se trapica«.

Chile ha perdido, en este aciago 23 de enero, a otros de sus críticos severos, siempre tan necesarios como incómodos.

En la Biblioteca Nicomedes Guzmán contamos con muchos de los libros de Uribe Arce, entre ellos su poesía, sus ensayos y cartas públicas. Entre los títulos disponibles están «Por ser vos quien sois», «Odio lo que odio, rabio como rabio», «A peor vida», «No hay lugar», «Caballeros» de Chile», «Cabeza de vaca : no sabe lo que dice», «Diario enamorado», «Verso bruto» y «El fantasma de la sinrazón & El secreto de la poesía». Conoce aquí más sobre el sistema de bibliotecas municipales.